Sunday, June 10, 2007

Perdón

Como ya sabréis, la semana pasada estuvo por Madrid Kim Phuc. Para los que no sepáis quién es, os pondré su foto.

En fin, ya la habréis recordado. Ha venido para exhibir su foto, de la que en un principio intentó huir, y al ver que era imposible escapar de esa imagen, decidió usarla. En este caso, la usa para apoyar la campaña de Save the children "Reescribamos el futuro".

Leí una entrevista que le hicieron. Me llamó la atención una cuestión. Dijo que una vez coincidió con una de las personas que pilotaban los aviones que lanzaban las bombas de napalm sobre el poblado donde podemos verla correr mientras le ardía su piel. Y que le perdonó. Suena sencillo. Pero imagínate a una persona que te ha intentado matar, que ha intentado matar a los tuyos (no sé si alguien de la familia de esta mujer murió en el bombardeo, supongo que si) y que te ha marcado lo que te queda de vida cuando solo eras una niña. Y me ha sorprendido la bondad que atesora esta mujer.

Y entonces empiezas a pensar. Con cuanta gente me llevo mal? Cuantas cosas no he podido perdonar? Y piensas que son nimiedades. Que son tonterías que te hacen albergar odio en tu interior, pudriendo las buenas intenciones que puedas tener.

Así que he decidido tomar ejemplo de esta mujer, y perdonar todo lo que antes no he perdonado. No es decir por decir, es perdonar de verdad. Ya no queda odio dentro de mi.

Monday, June 04, 2007

La condensación de la tristeza

Cuando te levantas estás tan sumamente dormido que no eres consciente de la tristeza que te habita. Así que te pones los cascos, para poderte centrar en la música y no pensar. Entonces llegas al trabajo, lugar en el que te pones a destajo para no pensar, para no sentir la tristeza. Pero, aunque no la quieras ver, sigue ahí, y con esta cortina de humo, lo único que haces es acumularla en algún punto de tu maltrecha cabeza.

Y charlas, y ríes, pensando que eso te hará bien. Pero es una risa instantánea, en algunos casos forzada para tratar de combatir la tristeza que te va poseyendo. Por fin llega el fin de tu jornada laboral, esas horas en las que tratas de perder a tu tristeza para que no te encuentre. Pero notas como se te pega otra vez, y tratas de hacer alguna actividad después del trabajo, quizá para que tu tristeza disfrute también de lo que intentas hacer, aunque tú lo disfrutes menos que ella. Pero cualquier esfuerzo es inútil, la tristeza se sigue acumulando, y cada vez la notas más. Y es, cuando llegas a casa y te despojas de todo ese esbozo inservible de coraza, cuando en realidad, probablemente impulsado por los rayos de la luna, que se te clavan como cristales en las pupilas, llega la condensación de la tristeza, y comienza a gotear por tus mejillas. Eso quiere decir que la tristeza dentro de ti ha llegado a su límite, y necesita expulsar parte de ella para hacer hueco a la que vendrá mañana.